sábado, 24 de agosto de 2013

5. SIR. 8 julio 1953 Jacques Lacan.

ùltima versión 
ya está la última versión de esta traducción.
quienes deseen estudiar psicoanálisis y estén en antioquia, medellin, itagui, colombia, avísenme. podemos recomenzar.
quienes estén ubicados en otros países, avísenme, podemos recomenzar.
saludos,
margarita mosquera
psicoanalista


traducción de este texto, en constante revisión 
LO SIMBÓLICO, LO IMAGINARIO Y LO REAL.
Esta conferencia «Lo simbólico, lo imaginario y lo real» fue pronunciada el 8 de julio de 1953 para abrir las actividades de la Sociedad francesa de Psicoanálisis. Esta versión es anunciada en el catálogo de la Biblioteca del e.l.p. como la versión J.L. Existen varias otras versiones sensiblemente diferentes en ciertos lugares, una de estas aparecida en el Boletín de la Asociación freudiana, 1982, n ° 1.
(1) Mis buenos Amigos,

Ustedes pueden ver que para esta primera comunicación llamada "científica" de nuestra nueva Sociedad, tomé un título que no carece de ambición. Tanto que comenzaré primero por excusarme al respecto, rogándoles que consideren esta comunicación llamada científica, más bien como, a la vez, un resumen de puntos de vista que los que están aquí, sus alumnos, conocen bien, con los cuales están familiarizados desde hace ya dos años por su enseñanza, y también como una suerte de prefacio o de introducción a una cierta orientación de estudio del psicoanálisis.
En efecto, creo que el retorno a los textos freudianos que fueron objeto de mi enseñanza desde hace dos años, me ha - o más bien, nos ha, a todos los que trabajamos juntos, dado la idea siempre más cierta que no hay toma más total de la realidad humana que la que es hecha por la experiencia freudiana y qué no podemos abstenernos de devolverles a las fuentes y a aprehender estos textos verdaderamente en todos los sentidos de la palabra. No podemos abstenernos de pensar que la teoría del psicoanálisis (y al mismo tiempo la técnica que no forman sino una sola y misma cosa) hubiera sufrido una suerte de estrechamiento, y a decir verdad de degradación. Es que en efecto, no es fácil mantenerse al nivel de tal plenitud. Por ejemplo, un texto como el del «hombre de los lobos», pensaba tomarlo esta tarde por base y por ejemplo de lo que tengo que exponerles. Pero le hice todo el día de ayer una segunda lectura completa; Había hecho sobre este un seminario el último año. Y tuve simplemente (2) el sentimiento que era completamente imposible aquí darles una idea, incluso aproximada; y que con mi seminario del año pasado, sólo tenía una cosa que hacer: rehacerlo el año próximo.
Porque lo que apareció en mí en este texto formidable, después del trabajo y el progreso que hicimos este año alrededor del texto «el Hombre a las ratas», me deja pensar que lo que había sacado el último año como principio, como ejemplo, como tipo de pensamiento característico abastecidos por este texto extraordinario era literalmente una simple "aproximación", como se dice en lenguaje anglosajón; es decir un balbuceo. De modo que en suma, haré de este incidentalmente una breve alusión posiblemente, pero trataré sobre todo, simplemente, de decir algunas palabras sobre lo que quiere decir la posición de tal problema; sobre lo que quiere decir la confrontación de estos tres registros que son bien los registros esenciales de la realidad humana, registros muy distintos y que se llaman: lo simbólico*, lo imaginario y lo real.
Una cosa primero que es evidentemente sorprendente y no sabría escapar de nosotros; a saber que hay, en el análisis, toda una parte de real en nuestros sujetos, precisamente que escapa de nosotros; que no por eso escapaba de Freud cuando tenía que hacer con cada uno de sus pacientes. Pero, desde luego, si esto no escapaba de él, estaba también fuera de su toma y fuera de su alcance. No sabríamos estar muy golpeados por el hecho, por el modo en que habla de su "hombre de las ratas», distinguiendo entre "sus personalidades". Es allí dónde concluye: «La personalidad de un hombre fino, inteligente y cultivado», la pone en contraste con otras personalidades con las que tuvo que hacer. Si esto es atenuado cuando habla de su "hombre de los lobos», habla de eso también. Pero, a decir verdad, no estamos forzados a refrendar (3) todas sus apreciaciones. No parece que se trate en «el hombre a los lobos» de alguien de muy alta clase. Pero es sorprendente, lo puso de lado como un punto particular. En cuanto a su «Dora», no hablemos de esto; exactamente si no se puede decir que la amó.
Hay pues allí algo que, evidentemente, no deja de golpearnos y que, en suma, es algo con lo que tenemos que hacer todo el tiempo. Y diré que este elemento directo, este elemento de pesada, de apreciación de la personalidad es algo de bastante con el que estamos en relación sobre el registro mórbido, de una parte, e incluso sobre el registro de la experiencia analítica con sujetos que absolutamente no caen bajo el registro mórbido; es algo que debiéramos siempre, en suma, reservar y lo que está particularmente presente en nuestra experiencia de los que estamos cargados con este pesado fardo de elegir a los que se someten al análisis con un fin didáctico.
¿Qué diremos en suma, a fin de cuentas? Cuando hablamos, al término de nuestra selección, si no es que todos los criterios que se invocan («¿hace falta neurosis para hacer de un buen analista? ¿Un poco? ¿Mucho? Seguramente no: ¿en absoluto?». ¿Pero en resumidas cuentas, acaso eso es lo que nos guía en un juicio que ningún texto puede definir, y que nos hace apreciar las calidades personales, esta realidad? Y que se expresa en esto: que un sujeto tiene tela o no la tiene; ¿ que es, como dicen los Chinos, («She-un-ta»)? ¿U «hombre de gran tamaño», o («Sha-ho-yen») «un hombre de pequeño tamaño»? Es algo sobre lo que habría que decir bien que es lo que (4) constituye los límites de nuestra experiencia. Qué es en el sentido que se puede decir, para plantear la cuestión de saber qué es lo que está puesto en juego en el análisis: ¿qué es? ¿Es esta relación real al sujeto, a saber según un cierto modo y según nuestras medidas de reconocer? ¿Es esto a lo que tenemos que hacer en el análisis? Ciertamente no. Es indiscutiblemente otra cosa. Y está muy allí la cuestión que nos formulamos sin cesar y que se formulan totalmente los que tratan de dar una teoría de la experiencia analítica. ¿Qué es lo que esta experiencia singular entre todas, que va a aportar en estos sujetos transformaciones tan profundas? ¿Y cuáles son? ¿Cuál es el resorte?
Todo esto, la elaboración de la doctrina analítica desde hace años está hecha para responder a esta cuestión. Es seguro que el hombre del público común no parece asombrarse de otro modo de la eficacia de esta experiencia que pasa por completo en palabras, y de un cierto modo, en el fondo; tiene mucha razón ya que en efecto, marcha, y ya que, para explicarlo, parecería que tenemos primero sólo que demostrar el movimiento marchando. Y ya "hablar" es introducirse en el tema de la experiencia analítica. Es allá, en efecto, dónde conviene proceder y saber; primero plantear la cuestión: «¿qué es la palabra? » Es decir el "símbolo".
En verdad, a lo que asistimos, es más bien a un evitamiento de esta cuestión. Y, desde luego, lo que comprobamos es que al estrechar esta cuestión, al querer ver en los elementos y los resortes propiamente técnicos del análisis sólo algo que debe lograr, por una serie de aproximaciones, modificar las conductas, los resortes, las costumbres del (5) sujeto, acabamos muy rápidamente en un cierto número de dificultades y de callejones sin salida, no por cierto al punto de encontrarles un lugar en el conjunto de una consideración total de la experiencia analítica; pero al ir en este sentido, vamos siempre más hacia un cierto número de opacidades que se nos oponen y que tienden a transformar desde entonces el análisis en algo, por ejemplo, que aparecerá como mucho más irracional que esto no lo es realmente.
Es muy sorprendente ver cuántos recientes y recientemente venidos a la experiencia analítica produjeron, en su primer modo de expresarse sobre su experiencia, planteando la cuestión del carácter irracional de este análisis, mientras que parece que posiblemente no hay, por el contrario, técnica más transparente.
Y, por supuesto, todo va en este sentido. Abundamos en un cierto número de vistas psicológicas más o menos parciales del sujeto paciente; hablamos de su "pensamiento mágico"; hablamos de toda clase de registros que tienen indiscutiblemente su valor y son encontrados de modo muy vivo por la experiencia analítica. De ahí a pensar que el análisis mismo juega en un cierto registro, por supuesto, en el pensamiento mágico, no hay sino un paso, rápidamente atravesado cuando no se parte y no se decide acogerse en primer lugar a la cuestión primordial: «qué es esta experiencia de la palabra» y, para decirlo todo, de poner al mismo tiempo la cuestión de la experiencia analítica, la cuestión de la esencia y del intercambio de la palabra.
Creo que aquello de lo que se trata es de partir de esto:
Partamos de la experiencia, tal como ella nos es (6) primero presentada en las primeras teorías del análisis: ¿qué este "neurótico" con quien estamos en relación por la experiencia analítica? ¿Qué es lo que va a pasar en la experiencia analítica? ¿Y este paso del conciente al inconsciente? ¿Y cuáles son las fuerzas que dan a este equilibrio una cierta existencia? Lo llamamos principio del placer.
Para ir rápidamente diremos con el Sr. de Saussure que «el sujeto alucina su mundo», es decir que sus ilusiones o sus satisfacciones ilusorias no podrían ser de todos los órdenes. Él les va a hacer seguir evidentemente otro orden que el de sus satisfacciones que encuentran su objeto en la realidad pura y simple. Un síntoma jamás aplacó el hambre o la sed de modo duradero, fuera de la absorción de alimentos que los satisfacen. Aunque una baja general del nivel de la vitalidad puede responder, en caso límite, por ejemplo la hibernación natural o artificial. Todo esto es concebible sólo como una fase que no sabría desde luego durar, excepto arrastrando consigo daños irreversibles.

La misma reversibilidad de los disturbios neuróticos implica que la economía de las satisfacciones que estuvieron implicadas allí fuesen de otro orden, e infinitamente menos vinculadas a ritmos orgánicos fijos, aunque comandando desde luego una parte de ellos. Esto define la categoría conceptual que define esta suerte de objetos. Es justamente lo que estoy cualificando: "lo imaginario", si se quiere reconocer bien allí todas las implicaciones que le convienen.
A partir de allí, es completamente simple, claro, fácil, de ver que este orden de satisfacción imaginaria puede encontrarse sólo en el orden de los registros sexuales.
(7) Todo está allí dado, a partir de esta suerte de condición previa de la experiencia analítica. Y no es asombroso, aunque, desde luego, las cosas hubieran debido ser confirmadas, controladas, inauguradas, diría, por la experiencia, que una vez la experiencia haga las cosas aparezcan de un perfecto rigor .
El término "libido" es una noción que no hace sino expresar esta noción de reversibilidad que implica la de equivalencia, de un cierto metabolismo de las imágenes; para poder pensar en esta transformación, hace falta un término energético para el que sirvió el término de libido. Lo que se trata, es desde luego, algo complejo. Cuando digo "satisfacción imaginaria", evidentemente no es el hecho simple de que Demetrio estuvo satisfecho por haber soñado que poseía a la sacerdotisa cortesana.... aunque este caso es sólo un caso particular en el conjunto … Pero es algo que va mucho más lejos y es actualmente recortado por toda una experiencia que es la experiencia que los biólogos evocan concerniendo a los ciclos instintuales, muy especialmente en el registro de los ciclos sexuales y de la reproducción; A saber que, puestos de lado los estudios todavía más o menos inciertos e improbables que conciernen a las paradas neurológicas en el ciclo sexual, que no son lo que allí hay de más sólido en sus estudios, es demostrado que estos ciclos entre los animales mismos no encontraron otros términos que la misma palabra que sirve para designar los disturbios y los resortes primarios sexuales de los síntomas en nuestros sujetos, a saber el "desplazamiento".
Lo que muestra el estudio de los ciclos instintuales entre los animales, es precisamente su dependencia de un cierto número de desencadenantes, de mecanismos de desencadenamiento (8) que esencialmente son de un orden imaginario, y que son lo que hay allí de más interesante en los estudios del ciclo instintual, a saber que su límite, su definición, el modo de precisarlos fundados sobre la puesta a prueba de un cierto número de añagazas hasta un cierto límite de borradura, son susceptibles de provocar en el animal esta suerte de postura en erección de la parte del ciclo del comportamiento sexual del que se trata. Y el hecho de que dentro de un ciclo de comportamiento determinado, es siempre susceptible de sobrevenir en ciertas condiciones un cierto número de desplazamientos; Por ejemplo, en un ciclo de combate, la brusca sobrevenida, al regreso de este ciclo (entre las aves uno de los combatientes que se echa de repente a alisarse las plumas), de un segmento del comportamiento de parada que intervendrá allí en medio de un ciclo de combate.

Mil otros ejemplos pueden ser dados. No estoy aquí para enumerarlos. Esto simplemente es para darles la idea que este elemento de desplazamiento es un resorte absolutamente esencial del orden, y principalmente del orden de los comportamientos vinculados a la sexualidad. Sin duda, estos fenómenos no son electivos entre los animales. Pero otros comportamientos (cf. los estudios de Lorenz sobre las funciones de la imagen en el ciclo del crecimiento), muestran que lo imaginario desempeña un papel tan eminente en el orden de los comportamientos sexuales. Y además, en el hombre, es siempre sobre el plano, y principalmente sobre este plano, que nos encontramos ante este fenómeno.
Desde ahora, señalemos, puntuemos esta exposición por esto: que estos elementos de comportamientos instintuales desplazados en el animal son susceptibles de algo de lo que vemos el bosquejo de lo que llamaremos un "comportamiento simbólico".
(9) Lo que se llama en el animal un comportamiento simbólico es a saber que, cuando uno de estos segmentos trasladados toma un valor socializado, sirve para el grupo animal de localización para un cierto comportamiento colectivo.
Así, nosotros formulamos que un comportamiento puede ser imaginario cuando su dirección sobre imágenes y su propio valor de imagen para otro sujeto lo hacen susceptible de desplazamiento fuera del ciclo que asegura la satisfacción de una necesidad natural.
A partir de allí, el conjunto del que se trata en la raíz, el comportamiento neurótico, puede ser dicho, según el plano de la economía instintiva, elucidado - y de saber por qué se trata siempre de comportamiento sexual, desde luego-. No necesito volver allí, si no es para indicar brevemente que un hombre pueda eyacular a la vista de una zapatilla es algo que no nos sorprende, ni tampoco que un esposo se sirva de eso para llevarlo a mejores sentimientos, sino que ciertamente nadie puede soñar que una zapatilla pueda servir para apaciguar una hambruna, incluso extrema, de un individuo. También esto con lo que tenemos que hacer constantemente es con los fantasmas. En el orden del tratamiento, no es raro que el paciente, el sujeto, haga intervenir, en el curso del análisis un fantasma tal como el de la « fellatio del partenaire analista». ¿Es allí también, algo que haremos reentrar en un ciclo arcaico de su biografía de un modo cualquiera? ¿Anterior sub-alimentación? Es muy evidente que, cualquiera que sea el carácter incorporativo que dábamos a estos fantasmas, jamás soñaremos con eso. ¿Qué decir?
Esto puede querer decir muchas cosas. De hecho, hay que ver bien que lo imaginario está a la vez, lejos de confundirse con dominio de la analizable, y que, de otra (10) parte puede tener allí otra función que lo imaginario. Esto no es porque lo analizable se encuentre con lo imaginario que lo imaginario se confunde con lo analizable, que el es, todo entero, analizable, y que el es todo entero lo analizable o lo analizado.
Para tomar el ejemplo de nuestro fetichista, aunque esto sea raro, si suponemos que se trata allí de una suerte de perversión primitiva, no es imposible contemplar casos semejantes. Supongamos que se trate de uno de estos tipos de desplazamiento imaginario, tal como los que encontramos realizados en el animal. Supongamos en otros términos que la zapatilla sea aquí, muy estrictamente, el desplazamiento del órgano femenino, ya que es mucho más a menudo en el varón que el fetichismo existe. Si no hubiera literalmente nada que pueda representar una elaboración con relación a este dato primitivo, sería también inanalizable como es inanalizable tal o tal fijación perversa.
A la inversa, para hablar de nuestro paciente, o sujeto, preso de un fantasma, allí es otra cosa que tiene un otro sentido, y allí, es muy claro que si este fantasma puede ser considerado como algo que represente lo imaginario, puede representar ciertas fijaciones a un estadio primitivo oral de la sexualidad, por otra parte, no diremos que este fellateur sea un fellateur constitucional.
Entiendo por esto que aquí, el fantasma del que se trata, el elemento imaginario no tiene estrictamente síno un valor simbólico que tenemos que apreciar y comprender sólo con arreglo al momento del análisis donde va a insertarse. En efecto, aunque el sujeto retiene la confesión, este fantasma surge y su frecuencia muestra bastante que surge en el momento del diálogo analítico. Es hecho para expresarse, para ser dicho, para simbolizar alguna (11) cosa y algo que tiene un sentido totalmente diferente, según el momento mismo del diálogo.
¿Entonces, qué decir? Que no basta que un fenómeno represente un desplazamiento, es decir que se inscriba en los fenómenos imaginarios, para ser un fenómeno analizable, de una parte, y para que lo sea, hace falta que represente otra cosa que él mismo, si puedo decir.
Para abordar, de un cierto modo, el sujeto del que hablo, a saber el simbolismo, diré que toda una parte de las funciones imaginarias en el análisis no tienen otra relación con la realidad fantasmal que ellas manifiestan que lo que, si ustedes quieren, la sílaba "po" lo tiene con el vaso de formas, preferentemente simples, que designa. Así como se lo ve fácilmente en el hecho de que en "policía" o "cobarde (poltron)" esta sílaba "po" tiene evidentemente un valor muy diferente. Podremos servirnos de la "vasija (pot)" para simbolizar la sílaba "po", a la inversa, en el término "policía" o "cobarde (poltron)", pero convendrá entonces añadir a esto al mismo tiempo, otros términos también imaginarios que no serán tomados allí, por otra cosa que como sílabas destinadas a completar la palabra.
Así es como hay que entender lo simbólico de lo que se trata en el intercambio analítico, a saber que lo que encontramos, y lo que hablamos es lo que encontramos y reencontramos sin cesar, y lo que Freud manifestó como siendo su realidad esencial, sea porque se trate de síntomas reales, actos fallidos, y que lo que sea que se inscriba; se trata ahora y siempre de símbolos y de símbolos incluso muy específicamente organizados en el lenguaje, pues funcionan a partir de este equivalente del significante y del significado: la misma estructura del lenguaje.
(12) No es de mí que surge este término que «el sueño es un jeroglífico (rébus)»; es de Freud mismo. Y qué el síntoma no expresa, también él, sino algo estructurado y organizado como un lenguaje es bastante manifiesto en el hecho, para partir del más simple de ellos, del síntoma histérico que es, que da siempre, algo de equivalencia de una actividad sexual, pero nunca un equivalente unívoco, al contrario, siempre, es plurívoco, sobrepuesto, sobredeterminado, y, para decirlo todo, muy exactamente construido al modo en el que las imágenes son construidas en los sueños, como representando una competencia, una superposición de símbolos, por muy complejo que sea una frase poética que vale a la vez por su tono, su estructura, sus retruécanos, sus ritmos, su sonoridad, entonces esencialmente, sobre varios planos, y del orden y del registro del lenguaje.
¡En verdad, esto posiblemente no nos aparecerá a nosotros suficientemente en su relieve, si no tratamos de ver al menos qué es, de hecho originariamente lenguaje! (NT; que es lenguaje)
Desde luego (la cuestión del origen del lenguaje, no estamos aquí para hacer un delirio colectivo, organizado, ni individual. Es uno de los temas que pueden prestarse mejor a estas suertes de delirios) sobre la cuestión del origen del lenguaje; el lenguaje está allí; es un emergente. Y ahora que emergió, no sabremos nunca más cuándo ni cómo comenzó, ni cómo era antes de que él fuera.
¿Pero a pesar de todo, cómo expresar este algo que debiera posiblemente haberse presentado como una de las formas más primitivas del lenguaje? Piensen en las palabras de paso. Vean ustedes, escojo a propósito este ejemplo, justamente porque el error y el espejismo, cuando se habla del sujeto del lenguaje, está siempre en creer que su significado (13) es lo que él designa. Pero no, pero no. Claro que designa algo, cumple una cierta función . Y escojo a propósito la palabra de paso, porque la palabra de paso tiene esta propiedad de ser escogida justamente de modo completamente independiente de su significado (y si ésta es idiota, a qué responde la Escuela - sin duda jamás hay que responder - que el significado de tal palabra es designar a quien la pronuncia como teniendo tal o tal propiedad que responde a la pregunta que hace dar palabra. Otros dirían que el ejemplo está mal escogido porque es tomado dentro de un convenio, esto vale todavía más) y, por otra parte, no podemos negar que la palabra de paso tuviera las virtudes más preciosas. Sirve simplemente para evitarle ser matado.
Así es como efectivamente, podemos considerar el lenguaje, como que tiene una función. Nacido entre estos animales feroces que debieron ser los hombres primitivos (a juzgarlo según los hombres modernos, esto no es inverosímil), la palabra de paso es justamente, aquello en lo que no «se reconocen los hombres del grupo», pero «se constituye el grupo».
Hay otro registro donde se puede meditar sobre esta función del lenguaje; es el del lenguaje estúpido del amor, que consiste en el último grado del espasmo del éxtasis - o al contrario el de la rutina, según los individuos - en, súbitamente cualificar a su compañero sexual con el nombre de una verdura de las más vulgares, o del animal de los más repugnantes. Esto expresa también ciertamente algo que no está ciertamente lejos de tocar la cuestión del horror del anonimato. No es (14) casual que tal o tal de estas denominaciones, animal o soporte más o menos totémico, se reencuentre en la fobia. Es evidentemente que hay, entre los dos, algún punto común; el sujeto humano está de hecho especialmente expuesto, veremos en seguida, a esta suerte de vértigo que surge y experimenta la necesidad de alejarlo, la necesidad de hacer algo trascendental; esto no está por casualidad en el origen de la fobia.
En estos dos ejemplos, el lenguaje está particularmente privado de significado. Ustedes ven allí, lo mejor, lo que distingue el símbolo del signo, a saber, la función interhumana del símbolo. Quiero decir, algo que nace con el lenguaje y que hace que después, de que la palabra (y para lo que sirve la palabra) fue, verdaderamente, palabra pronunciada, ambos compañeros sean otra cosa que antes. Esto en el ejemplo más simple.
Ustedes prejuzgarán por otra parte, de creer que no son justamente ejemplos particularmente plenos. Seguramente a partir de algunas de estas observaciones, ustedes podrán percibir que, a pesar de todo, o sea en la palabra de paso, o sea en la palabra que se llama amor, se trata de algo, que en resumidas cuentas, está lleno de alcances. Digamos que la conversación que, en el momento medio de su carrera de estudiante, usted pudo tener en una cena de patrón también medio, donde el modo y el significado de las cosas que se cambian cuánto este carácter es equivalente de conversaciones encontradas en la calle y en el autobús, y que no es otra cosa que un cierto modo de darse a conocer, lo que justificaría a Mallarmé diciendo que el lenguaje era (15) «comparable a esta moneda borrada que se pasa de mano a mano en silencio».
Veamos pues en suma de lo que se trata a partir de allí, y, en suma lo que se establece cuando el neurótico llega a la experiencia analítica.
El caso es que él también comienza a decir cosas. Dice sobre cosas, y las cosas que dice, no hay muchísimo para nosotros asombrarnos si, al principio, no son tampoco otra cosa que estas palabras de poco peso a las cuales acabo de referirme. Sin embargo, hay algo que es fundamentalmente diferente, es que él viene al analista para otra cosa que para decir tonterías y trivialidades que, desde ahora, en la situación está implicado algo, y algo que no es nada, ya que en suma, es su propio sentido más o menos, lo que viene a buscar; el caso es que algo está puesto allí, místicamente sobre la persona del que lo escucha. ¡Desde luego, se adelanta hacia esta experiencia, hacia esta vía original, con, mi Dios!, lo que tiene a su disposición: a saber que lo que primero cree es que hace falta que haga de médico él mismo, que enseñe al analista. Desde luego, usted tiene su experiencia diaria; lo devuelve a su plano, digamos que aquello de lo que se trata, no es de esto, sino que se trata de hablar, y, preferentemente, sin buscar él mismo poner orden, organización, es decir sin ponerse, según un narcisismo bien conocido, en el sitio de su interlocutor.
En resumidas cuentas, la noción que tenemos del neurótico es que en sus síntomas mismos, es en una "palabra amordazada», donde se expresa un cierto número, digamos (16) de « transgresiones a un cierto orden », que, por si mismas, gritan al cielo el orden negativo en la cual se inscribieron. Por no realizar el orden de lo simbolico de modo abierto, el sujeto realiza imágenes desordenadas de las que son los sustitutos. Y, desde luego, es esto lo que va desde el comienzo y en adelante, a interponerse a toda relación simbólica verdadera.
Lo que el sujeto expresa desde el comienzo y en adelante cuando habla, se explica, es el registro que llamamos las "resistencias"; lo que no quiere y no puede interpretarse de otro modo que, como el hecho de una realización hic et nunc, en la situación y con su analista, de la imagen o de las imágenes que son aquellas de la experiencia precoz.
Y es sobre esto en lo que se edificó, toda la teoría de la resistencia , y eso solamente después del gran reconocimiento del valor simbólico del síntoma y de todo lo que puede ser analizado.
Lo que la experiencia prueba y encuentra, es justamente, otra cosa que la realización del símbolo; es la tentativa por el sujeto, de constituir hic et nunc, en la experiencia analítica, esta referencia imaginaria, lo que llamamos las tentativas del sujeto a introducir al analista en su juego. Lo que vemos por ejemplo, en el caso del «hombre de las ratas», cuando advertimos (rápidamente, pero no en seguida, y Freud tampoco), que al contar su historia obsesiva, la gran observación alrededor del suplicio de las ratas, hay una tentativa del sujeto de realizar hic et nunc, aquí y con Freud, esta suerte de relación sádica-anal imaginaria que constituye en si misma, la única sal de la historia. (17) Y Freud se da cuenta muy bien, que se trata de algo que se traiciona y se traduce fisonómicamente, en la cabeza misma, la cara del sujeto, por lo que él cualifica en aquel momento como «el horror del goce ignorado».
A partir del momento en que estos elementos de la resistencia sobrevinieron en la experiencia analítica, a partir del momento en que se pudo medir, formular como tales, es un momento bien significativo en la historia del análisis. Y podemos decir que es a partir del momento en que se supo hablar de eso de modo coherente y en la fecha, por ejemplo, del artículo de Reich, uno de los primeros artículos con este tema (aparecido en el International Journal), en el momento en el que Freud hacía surgir el segundo en la elaboración de la teoría analítica y que no representa otra cosa que la teoría del yo; hacia esta época, en 1920, aparece «das Es» y en aquel momento, comenzamos a percibir en el interior (hay que mantenerlo siempre dentro del registro de la relación simbólica), que el sujeto resiste; que esta resistencia, esto no es algo como una simple inercia opuesta al movimiento terapéutico, como en física se podría decir que la masa resiste a toda aceleración. Es algo que establece un cierto lazo, que se opone como tal, como una acción humana, a la del terapeuta; pero acerca de esto no hace falta que el terapeuta se equivoque. Esto no le pertenece, como realidad que se opone, es en la medida en que, en su lugar, es realizada una cierta imagen que el sujeto proyecta sobre él.
En verdad, estos términos incluso, sólo son aproximativos.
(18) También es en este momento que, la noción de instinto agresivo nace, que hay que añadir a la libido el término de destrudo. Y esto, no sin razón. Porque a partir del momento en que su fin , las funciones completamente esenciales de estas relaciones imaginarias, tales como ellas aparecen en forma de resistencia, otro registro aparece que está vinculado a nada menos que a la función propia que juega el yo, en esta teoría del yo en la cual no entraré hoy, y que es lo que absolutamente hay que distinguir en toda noción coherente y organizada del yo del análisis; al saber del yo como función imaginaria, del yo como unidad del sujeto enajenado a sí mismo, del yo como eso en lo que el sujeto no puede reconocerse primero sino enajenándose, y pues no puede reencontrarse sino aboliendo el alter ego del yo, que como tal, desarrolla la dimensión, muy distinta de la agresión, que se llama en sí misma y desde ahora: la agresividad.
Creo que debemos ahora retomar la cuestión en estos dos registros: la cuestión de la palabra y la cuestión de lo imaginario.
La palabra, se las mostré bajo una forma abreviada, desempeña este papel esencial de mediación. De mediación, es decir de algo que convierte a ambos compañeros en presencia, a partir del momento en que ha sido realizada. Esto no tiene nada por otra parte que no nos sea dado hasta en el registro semántico de ciertos grupos humanos. Y si ustedes leen (no es un libro que merezca todas las recomendaciones, pero es bastante expresivo y particularmente manejable y excelente como introducción para los que necesitan ser introducidos), (19) el libro de Leenhardt: do Kamo, ustedes verán allí que en los Canacos, sucede algo bastante particular en el plano semántico, a saber que la palabra "palabra" significa algo que va mucho más lejos que lo que llamamos tal. Es también una acción. Y por otra parte también para nosotros "palabra dada" es también una forma de acto. Pero es también algunas veces un objeto, es decir algo que se llevara, una gavilla … Es cualquier cosa. Pero, a partir de allí, algo existe que no existía antes. Convendría también, hacer otra observación: el caso es que esta palabra mediadora no es pura y simplemente mediadora en este plano elemental; que permite entre dos hombres trascender la relación agresiva fundamental ante el espejismo del semejante. Hace falta que sea aún otra cosa, porque si se reflexiona sobre esto, se ve que no sólo constituye esta mediación, sino que también, constituye la realidad misma: esto es completamente evidente si ustedes consideran lo que se llama una estructura elemental, es decir arcaica del parentesco. Lejos de ser elementales, no lo son siempre. Por ejemplo, especialmente complejo (pero, en verdad estas estructuras complejas no existirían sin el sistema de las palabras que las expresa), el hecho de que, entre nosotros, las prohibiciones que reglamentan el intercambio humano de las alianzas, en el sentido propio de la palabra, sean reducidos a un número de prohibiciones restringe excesivamente, tienden a confundirnos términos como «padre, madre, hijo...» con relaciones reales.
Es porque el sistema de las relaciones de parentesco, para que hubiera sido sucedido, se redujo extremadamente, en sus límites y en su campo. Pero (20) si ustedes formasen parte de una civilización donde no pudiesen casarse con tal prima al séptimo grado, porque está considerada como prima paralela, o a la inversa, como prima cruzada, o que se reencuentra con usted en una cierta homonimia que revuelve todas las tres o cuatro generaciones, ustedes se darían cuenta que la palabra y los símbolos tienen una influencia decisiva en la realidad humana, y precisamente es que las palabras exactamente tienen el sentido que decreto darles. Así como diría Humpty Dumpty en Lewis Carroll cuando se le pregunta por qué. Da esta admirable respuesta: « porque soy el amo».
Dígase que al principio, es muy claro que es el hombre en efecto quien da su sentido a la palabra. Y qué si las palabras luego se encontraron en el acuerdo común de la comunicabilidad, a saber que las mismas palabras sirven para reconocer la misma cosa, precisamente es con arreglo a relaciones, con arreglo a una relación de partida, que le permitió a esta gente ser una gente que comunican. En otros términos, no es absolutamente cuestión, salvo en una percepción psicológica expresada, de tratar de deducir cómo las palabras sacan cosas y son aplicadas sucesiva e individualmente sobre ellas; sino de comprender que es dentro del sistema total del discurso, del universo de un lenguaje determinado, que contiene, por una serie de complementariedades, un cierto número de significados; que lo que hay para significar, a saber las cosas, tiene que ponerse de acuerdo para tomar lugar.
Así es como las cosas, a través de la historia, se constituyen.
Es lo que hace particularmente pueril toda teoría del lenguaje, para que se tenga que comprender el papel que juega en la formación (21) de símbolos. Que el que es dado por ejemplo por Massermann, que hizo sobre esto (en Internacional Journal of Psycho-analysis 1944), un artículo muy hermoso que se llama: «Language, behaviour and dynamic psychiatry». Es claro que uno de los ejemplos que da muestra bastante la debilidad del punto de vista behaviorista. Porque es de esto que se trata en esta ocasión. Cree que él resuelve la cuestión de lo simbólico del lenguaje, dando este ejemplo: el condicionamiento que habría del efecto en la reacción de contracción de la pupila a la luz, que regularmente se hubiera hecho producir al mismo tiempo que una campanilla. Suprimimos luego la excitación a la luz, la pupila se contrae cuando se agita la campanilla. Acabaríamos por obtener la contracción de la pupila por la audición simple de la palabra «contract». ¿Creen que con esto, ustedes resolvieron la cuestión del lenguaje y de la simbolización? Pero es muy claro que si, en lugar de «contract», hubiéramos dicho otra cosa, exactamente se habría podido obtener el mismo resultado. Y de lo que se trata no es del condicionamiento de un fenómeno, de lo que se trata en los síntomas es de la relación del síntoma con el sistema entero del lenguaje. Es decir, el sistema de los significados de las relaciones interhumanas como tales.
Creo que el resorte de lo que acabo de decirles es esto: ¿qué comprobamos, y en qué el análisis recorta muy exactamente estas observaciones y nos muestra hasta en el detalle el alcance y la presencia?
Es ni más ni menos que en esto: que toda relación analizable, es decir interpretable simbólicamente, (22) siempre está más o menos inscrita en una relación a tres. Ya lo vimos en la misma estructura de la palabra: mediación entre tal y tal sujeto, en lo que es realizable libidinalmente; lo que nos muestra el análisis y lo que da su valor a este hecho afirmado por la doctrina y demostrado por la experiencia, que nada finalmente se interpreta, porque es de esto que se trata: sino por el intermediario de la realización edípica. Es esto lo que eso quiere decir. Esto quiere decir que toda relación a dos siempre está más o menos marcada por el estilo de lo imaginario; y que para que una relación tome su valor simbólico, hace falta que hubiera una mediación de un personaje tercero que realiza, con relación al sujeto, el elemento que trasciende gracias a que su relación al objeto puede ser sostenida a una cierta distancia.
Entre la relación imaginaria y la relación simbólica, hay toda la distancia que hay en la culpabilidad.
Es por esto, la experiencia se los muestra, que la culpabilidad siempre es preferida a la angustia. La angustia misma es desde ahora, lo sabemos por los progresos de la doctrina y de la teoría de Freud, siempre está vinculada a una pérdida, es decir a una transformación del yo, es decir a una relación a dos, al punto de desvanecerse y en la cual debe suceder algo más que el sujeto no puede abordar sin un cierto vértigo. Es esto lo que es del registro y la naturaleza de la angustia. Tan pronto como se introduce el tercio, y que entra en la relación narcisista introduce la posibilidad de una mediación real, por el intermediario esencialmente del personaje que, con relación al sujeto, (23) representa a un personaje trascendental, es decir una imagen de maestría a través de la cual su deseo y su cumplimiento pueden realizarse simbólicamente. En este momento interviene otro registro, que es justamente el que se llama: o el de la ley, o el de la culpabilidad, según el registro en el cual es vivido. (Ustedes sienten que abrevio un poco; es el término. Creo dando de modo abreviado no desviarles demasiado por eso, ya que también bien son cosas que aquí o en otro lugar en nuestras reuniones, repetí muchas veces).
Lo que querría subrayar y que concierne a este registro, de lo simbólico, es importante sin embargo. Es a saber esto: tan pronto como se trata de lo simbólico, es decir en lo que el sujeto se compromete, en una relación propiamente humana, tan pronto como se trata de un registro del "yo", en lo que el sujeto se compromete. En « quiero.... me gusta... » hay siempre algo, literalmente hablado, de problemática, es decir que hay allí un elemento temporal muy importante que hay que considerar. ¿Qué quiero decir así? Esto pone todo un registro de problemas que deben ser tratados paralelamente a la cuestión de la relación de lo simbólico y lo imaginario. La cuestión de la constitución temporal de la acción humana, ella, absolutamente es inseparable de la primera. Aunque no pueda detenerlo en su amplitud esta tarde, hay que por lo menos indicar que la encontramos sin cesar en el análisis, quiero decir de modo más concreto. Allí también, para comprenderla, (24) conviene partir de una noción estructural, si se puede decir existencial, del significado del símbolo.
Uno de los puntos que aparece además de la teoría analítica, a saber el del automatismo, del pretendido automatismo de repetición, cuyo primer ejemplo Freud dio tan bien, y como la primera maestría actúa: el niño del que se abole, por la desaparición, su juguete. Este ensayo primitivo, esta escansión temporal que hace que la identidad del objeto sea mantenida: y en la presencia y en la ausencia, tenemos muy exactamente allí el alcance, el significado del símbolo como se remite al objeto, es decir a lo que se llame el concepto.
Entonces, encontramos allí ilustrado también, algo que parecía tan oscuro cuando se lo lee en Hegel, a saber: que « el concepto es el tiempo». Haría falta una conferencia de una hora para hacer la demostración de que el concepto, es el tiempo. (Cosa curiosa, Señor Hyppolite, que trabaja la fenomenología del espíritu, se contentó con poner una nota que decía que era uno de los puntos más oscuros de la teoría de Hegel).
Pero allí, ustedes verdaderamente han señalado esta cosa simple que consiste en decir que el símbolo del objeto, es justamente «el objeto allí». Cuando él no está allí más, es el objeto encarnado en su duración, separado de él mismo y que, por ahí mismo, pueden ustedes estar presentes en cierto modo siempre, siempre allí, siempre a su disposición. Reencontramos allí la relación que hay entre el símbolo y el hecho que todo lo que es humano (25) está considerado como tal, y cuanto más humano es, más es preservado, si se puede decir, del costado moviente y descompensante del proceso natural. El hombre hace, y ante todo él mismo, hace subsistir en una cierta permanencia, todo lo que tuvo como humano.
Y reencontramos un ejemplo. Si hubiera querido tomar por otro trozo la cuestión del símbolo, en lugar de partir de la palabra, de la palabra o de la pequeña gavilla, hubiera partido del túmulo sobre la tumba del jefe o sobre la tumba de cualquiera. Es lo que caracteriza la especie humana, justamente, de rodear el cadáver de algo que constituye una sepultura, de mantener el hecho de que «esto duró». El túmulo o cualquier otro signo de sepultura merece muy exactamente el nombre de símbolo, de algo de humanizante. Llamo símbolo todo aquello de lo que intenté mostrar su fenomenología.
Es por esto que, si les señalo esto, no es evidentemente sin razón, y la teoría de Freud debió conducirse hasta la noción a la que dio valor de un instinto de muerte, y todos los que, a continuación, únicamente poniendo el énfasis en lo que es el elemento resistencia, es decir el elemento acción imaginaria durante la experiencia analítica, y que anula más o menos la función simbólica del lenguaje, son los mismos para los que el instinto de muerte es algo que no tiene razón de ser.
Este modo de "realizar", en el propio sentido de la palabra, de devolver a una cierto real la imagen, desde luego y habiendo incluido allí como una función esencialmente un signo particular de este real, devolver a lo real la expresión (26) analítica, está siempre en los que no tienen este registro, que lo desarrollan bajo este registro, siempre es correlativo de la postura entre paréntesis, incluso la exclusión de lo que Freud puso bajo el registro del instinto de muerte, o lo que había llamado más o menos automatismo de repetición.
En Reich, es exactamente característico. Para Reich todo lo que el paciente cuenta es «flatus vocis, el modo en el que el instinto manifiesta su armadura. Punto que es significativo muy importante, pero como el tiempo de esta experiencia, es en la medida en que es puesta entre paréntesis toda esta experiencia como simbólica, la medida en que el instinto mismo de muerte es excluido, puesto entre paréntesis. Desde luego, este elemento de la muerte no se manifiesta sino según el plan del símbolo. Ustedes saben que se manifiesta más o menos en lo que es del registro narcisista. Pero es otra cosa de lo que se trata, y lo que está mucho más cerca de este elemento de nadificación final, vinculado a toda especie de desplazamiento. Desde luego, podemos concebirlo. El origen, la fuente, como lo indiqué a propósito de elementos desplazados de la posibilidad de transacción simbólica de lo real. Pero es también algo que tiene mucho menos relación con el elemento duración, proyección temporal, en tanto que entiendo el futuro esencial del comportamiento simbólico como tal.
(Ustedes lo sienten bien, estoy forzado a ir un poco rápidamente. Hay muchas cosas que hay que decir sobre todo esto. Y es seguro que el análisis de nociones tan diferentes como estos términos de: resistencia, resistencia de transferencia, transferencia como tal … La posibilidad de dar a entender a propósito de esto, lo que hay que llamar (27) propiamente "transferencia" y dejar a la resistencia. Creo que todo esto puede bastante fácilmente inscribirse con relación a estas nociones fundamentales de lo simbólico y lo imaginario).
Simplemente querría, para terminar, ilustrar en cierto modo (hay que dar siempre una pequeña ilustración a lo que se cuenta), darles algo que no es sino una aproximación con relación a elementos de formalización que desarrollé mucho más lejos con los alumnos del Seminario (por ejemplo en el Hombre a las Ratas). Podemos lograr tomar en serio completamente con la ayuda de elementos como los que voy señalarles. Esto es una especie que les mostrará lo que quiero decir.
He aquí cómo un análisis podría, muy esquemáticamente, inscribirse desde su principio hasta el fin:

rS - rI - iI - iR - iS - sS - SI - SR - iR - rS. rS:
Realizar el símbolo.

- rS: esto, es la posición de partida. El analista es un personaje simbólico como tal. Y es a este título que usted viene a encontrarlo, para que él mismo sea a la vez el símbolo de la omnipotencia, que él mismo es ya una autoridad, el amo. Es en la perspectiva que el sujeto viene a encontrarlo y que se pone en una cierta postura que es más o menos ésta: «es usted quien tiene mi verdad», postura completamente ilusoria, pero que es la postura típica.

- rI: después, tenemos allí: la realización de la imagen.
(28) Es decir la instauración más o menos narcisista en la cual el sujeto entra en una cierta conducta que justamente es analizada como resistencia. ¿Esto en razón de que? De una cierta relación: iI
- II:
Es la captación de la imagen que es esencialmente constitutiva de toda realización imaginaria como lo consideramos como instintual, esta realización de la imagen que hace que el espinosillo hembra sea cautivado por los mismos colores que el espinosillo macho y que progresivamente entren en una cierta danza que los lleva donde ustedes saben.
¿Qué es lo que constituye en la experiencia analítica? Lo pongo por el momento en un círculo (cf. esquema entre el fin de la conferencia y la discusión).
Después de eso, tenemos:
- iR - que es la continuación de la transformación precedente:
I es transformado en R
Es la fase de resistencia, de transferencia negativa, o incluso, en última instancia de delirio, que hay en el análisis. Es un cierto modo en el que ciertos analistas tienden siempre más a realizar: «el análisis es un delirio bien organizado», formula que escuché en boca de uno de mis Maestros, que es parcial, pero no inexacta.
¿Después, qué pasa? Si la salida es buena, si el sujeto no tiene todas las disposiciones para ser psicótico (en cuyo caso se queda en el estadio iR), pasa a:
- iS - la imaginación del símbolo.
(29) Imagina el símbolo. Tenemos, en el análisis, mil ejemplos de la imaginación del símbolo. Por ejemplo: el sueño. El sueño es una imagen simbolizada.
Aquí interviene:
- sS - que permite la caída.
Que es la simbolización de la imagen.
Es decir, lo que se llama "la interpretación".
Esto únicamente después del paso de la fase imaginaria que engloba más o menos:
rI - iI - iR - iS-
Comienza la elucidación del síntoma con la interpretación
( SS)
- SI-
Luego, tenemos:

- SR - Que es, en suma, el fin de toda salud, que no es (como se lo cree) adaptarse a una realidad más o menos bien definida, o bien organizada, sino hacer reconocer su propia realidad, es decir su propio deseo.
Así como lo subrayé muchas veces, hacerlo reconocer por sus semejantes; es decir simbolizarlo.
En aquel momento, reencontramos:
- rR -
Lo que nos permite llegar al fin al:
- rS-
(30) Es decir, muy exactamente aquello de lo que partimos.
No puede ser allí de otro modo, porque si el analista es humanamente válido, esto puede sólo ser circular. Y un análisis puede comprender muchas veces este ciclo.
- iI - es la parte propia del análisis,
Es lo que se llama (sin razón) «la comunicación de los inconscientes».
El analista debe ser capaz de comprender el juego que juega su sujeto. Debe comprender que él mismo es el espinosillo macho o hembra, según la danza que lleve su sujeto.
El sS, es la simbolización del símbolo. Es el analista quien debe hacer esto. No cuesta: él mismo ya es un símbolo. Es preferible que lo haga con completud, cultura e inteligencia. Es para esto que es preferible, que es necesario que el analista tuviera una formación tan completa como sea posible en el orden cultural. Cuanto más usted sepa sobre esto, más esto valdrá. Y este (sS) debe intervenir sólo después de un cierto estadio, después de una cierta etapa y atravesada. Y en particular, es en este registro que pertenece, del lado del sujeto (esto no es por casualidad que yo no lo separara) … El Sujeto forma siempre y más o menos una cierta unidad más o menos sucesiva, cuyo elemento esencial se constituye en la transferencia. Y el analista viene a simbolizar el superyó que es el símbolo de los símbolos.
El superyó simplemente es una palabra que no dice nada (una palabra que prohíbe). El analista no tiene (precisamente) (31) pena alguna en simbolizarle. Precisamente es lo que hace.
El rR es su trabajo, impropiamente designado bajo el término de esta "famosa neutralidad benévola" de la que se habla a tontas y a locas, y la que simplemente quiere decir que, para un analista, todas las realidades, en suma, son equivalentes; que ellas todas son unas realidades. Esto parte de la idea que todo lo que es real es racional, y a la inversa. Y es lo que debe darle esta benevolencia con la cual viene a estrellarse y llevar a buen puerto su análisis.
Todo esto ha sido dicho un poco rápidamente.
Hubiera podido hablarles de muchas otras cosas. Pero, además, es sólo una introducción, un prefacio a lo que intentaré tratar más completamente, más concretamente, la relación que espero hacerles, en Roma, sobre el tema del lenguaje en el psicoanálisis.
(32) Discusión:

Pr Lagache agradece al conferenciante y abre la discusión.

Sra Marcus-Blajan - Su conferencia hizo en mí « resonar las campanas....» es una lástima que no haya comprendido ciertas palabras. Por ejemplo: "transcendentes".
Dos cosas particularmente me tocaron:
- Lo que usted dijo a propósito de la angustia y a propósito de la culpabilidad;
- Y lo que usted acaba de decir a propósito de rR.
Estas son cosas que sentimos muy confusamente. Lo que usted dice sobre la angustia y sobre la culpabilidad me hizo pensar en casos, en la agorafobia, por ejemplo.
Lo que usted dice a propósito de rR que todo lo que existe tiene el derecho a existir ya que es humano…

Dr. Lacan - Lo que dije a propósito de la angustia y a propósito de la culpabilidad... la distancia…
La angustia está vinculada a la relación narcisista, Señora Blajan da una ilustración muy hermosa al respecto, (porque no hay fenómenos más narcisistas) por la agorafobia.
Cada vez que comenté un caso en mi seminario, siempre mostré los diferentes tiempos de reacción (33) del sujeto. Cada vez que se produce un fenómeno en dos tiempos, en la obsesión por ejemplo, el 1er tiempo es la angustia, y el 2º tiempo es la culpabilidad que da apaciguamiento a la angustia sobre el registro de la culpabilidad.
A propósito de la palabra "que" "trasciende" no es una palabra muy metafísica, ni incluso metapsicológica. Voy a tratar de ilustrarlo. ¿Qué es? ¿Qué quiere decir esto, en la ocasión precisa donde le empleé?
Es esto: que en la relación a su semejante, como tal, en la relación a dos, en la relación narcisista, hay siempre, para el sujeto, algo desvanecido.
Él siente en resumidas cuentas que es el otro, y el otro es el. Y este sujeto definido recíprocamente, es uno de los tiempos esenciales de la constitución del sujeto humano. Es un tiempo en que él no quiere subsistir, aunque su estructura siempre, esté a punto de aparecer y muy precisamente, en ciertas estructuras neuróticas.
La imagen especular se aplica al máximo. El sujeto no es sino el reflejo de sí mismo. La necesidad de constituir un punto que constituya lo que es trascendente, es justamente, el otro en tiempos como otro.
Podemos tomar mil ejemplos.
Por ejemplo, es completamente claro, ya que tomaba el ejemplo de la fobia. El hecho de que es justamente, a una angustia semejante, que corresponde el hecho de subsistir en el compañero humano algo tan extranjero, tan separado de la imagen humana como es la imagen animal. De hecho, si vemos, sea lo que sea que pudiéramos pensar de la función, (porque todo esto no es transparente, cualesquiera que sean los trabajos que se hubiera hecho sobre eso), pudiéramos en lo que pudiéramos pensar en (34) el origen histórico efectivo del totemismo, hay una cosa muy cierta, el caso es que está vinculado en todo caso, a la interdicción del canibalismo, es decir, que no se puede comer porque es sin embargo el modo de relaciones humanas primitivas. El modo de relación humana más primitiva es ciertamente, la absorción de la sustancia de su semejante.
Allí ustedes ven bien, cuál es la función del totemismo. Es hacer un sujeto que trascienda a éste. ¿No pienso que el Dr. Gessain me contradiga?.
Allí reencontramos diferentes cuestiones sobre uno de los puntos que más nos interesa: la relación entre niños y adultos. Los adultos, para el niño, son transcendentes para que sean iniciados. Lo más curioso es que justamente, los niños no son menos transcendentes para los adultos. Es decir, por un sistema de reflexión característica de toda relación, el niño se hace, para los adultos, el sujeto de todos los misterios. Es el asiento de esta suerte de confusión de lenguas entre niños y adultos, y uno de los puntos más esenciales de los que debemos tener en cuenta cuando se trata de intervención sobre los niños.
Habría otros ejemplos que hay que tomar.
En particular en lo que constituye la relación edípica de tipo sexual, lo que es algo del sujeto, y lo que lo sobrepasa al mismo tiempo, constitución de una forma a una cierta distancia.

Dr. Liebscrutz - Usted nos habló de lo simbólico de lo imaginario. Pero había lo real, de lo que usted no habló.

(35) Dr. Lacan - hablé sin embargo, de eso, un poco.
Lo real es o la totalidad, o el instante desvanecido…
En la experiencia analítica para el sujeto, es siempre el choque de algo, por ejemplo: el silencio del analista.
Habría debido decir que, sin embargo, sucede algo que añadí solamente al final. Se produce sin embargo, a través de este diálogo, algo que es completamente sorprendente, en lo que no pude insistir, es decir, es uno de los hechos de la experiencia analítica que valdría, por sí solo, mucho más que una comunicación. Debemos plantear la cuestión desde este punto de vista: ¿cómo se hace...? (Tomo un ejemplo completamente concreto), que al final del análisis de los sueños... (no sé si dije o no, que están compuestos como un lenguaje efectivamente, en el análisis, sirven de lenguaje. Y un sueño en medio o al final del análisis, es una parte del diálogo con el analista...) Pues bien, cómo es que estos sueños (y muchas otras cosas aún: el modo en el que el sujeto constituye sus símbolos) llevan algo que es la marca absolutamente sorprendente de lo real del analista, a saber: ¿De la persona del analista tal como ella está constituida en su ser? ¿Cómo sucede que a través de esta experiencia imaginaria y simbólica se acabe en algo que, en su última fase, sea un conocimiento limitado, pero sorprendente, de la estructura del analista? Es algo que por sí solo plantea un problema que no pude abordar esta tarde.

(36) Dr. Mauco - Me pregunto si no hay que recordar los diferentes tipos (?) de símbolos.

Dr. Lacan - … Es un emblema.

Dr. Mauco - El símbolo es de lo vivido.
Por ejemplo, la casa, experimentada primero por un símbolo, luego es elaborada colectivamente, disciplinada colectivamente … Evoca siempre la palabra casa.

Dr. Lacan - Déjeme decirle que no soy absolutamente de esta opinión, como lo demuestra la experiencia analítica, a saber que todo lo que constituye el símbolo, estos símbolos que se reencuentran en las raíces de la experiencia analítica, que constituyen los síntomas, la relación edípica … Jones hizo de ello, un pequeño catálogo y demuestra que se trata siempre y esencialmente, de los temas más o menos conexos a las relaciones de parentesco, del tema del rey, de la autoridad del amo, y de lo que concierne a la vida y la muerte.
Entonces, todo lo que se trata allí, son evidentemente símbolos. Precisamente son elementos que absolutamente no tienen que ver nada con la realidad.
Un ser completamente enjaulado en la realidad, como el animal, no tiene ninguna especie de ideas.

Son justamente puntos donde el símbolo constituye la realidad humana, donde crea esta dimensión humana en la cual Freud insiste a cada momento cuando dice que el neurótico obsesivo vive siempre en el registro de lo que contiene al máximo los elementos (37) de incertidumbre, de lo que designa por: «la duración de la vida …» « La paternidad... ». Todo lo que no tiene evidencia sensible. Todo lo que es en la realidad humana construido, es construido primitivamente por ciertas relaciones simbólicas que pueden luego, encontrar su confirmación en la realidad. El padre efectivamente es el genitor. Pero antes de que lo supiéramos de fuente cierta, el nombre del padre crea la función del padre.
Creo pues que el símbolo no es una elaboración ni de la sensación ni de la realidad. Lo que propiamente es simbólico (y los símbolos los más primitivos) es otro algo más que introduce en la realidad humana algo diferente, y que constituye todos los objetos primitivos de la verdad.
Lo que es notable es que la categoría de los símbolos, los símbolos que simbolizan, son todos de aquel registro, a saber conteniendo, por la creación de los símbolos, la introducción de una realidad nueva en la realidad animal ».

Dr. Mauco - Pero sublimado y elaborado, tenemos el basamento del lenguaje ulterior.

Dr. Lacan - Allí, completamente de acuerdo.
Por ejemplo, las relaciones, los lógicos mismos acuden muy naturalmente al término de parentesco. Es el primer modelo de una relación transitiva.

Dr. Mannoni - El paso de la angustia a la culpabilidad parece vinculado a la situación analítica.
La angustia puede conducir a la vergüenza, y no a la culpabilidad. Cuando la angustia no evoca la idea (38) de un castigador, sino de una postura aparte, es la vergüenza la que aparece.
La angustia puede traducirse no en culpabilidad, sino en duda. Me parece que es porque el analista está allí que la angustia se transforma en culpabilidad.


Dr. Lacan - completamente de acuerdo! es una situación privilegiada en la experiencia analítica que hace que el analista detenga la palabra, que juzga; y porque el análisis se orienta todo entero en un sentido simbólico, porque el analista lo sustituyó a lo que faltó, porque el padre fue sólo un Superyo, es decir una "Ley sin palabra», para que esto sea constitutivo de la neurosis, que la neurosis es definida por la transferencia.
Todas estas definiciones son equivalentes.
Hay en efecto otras infinitas direcciones a la reacción de la angustia. No está excluido que algunas aparezcan en el análisis … Cada una merece ser analizada como tal.
Creo que la cuestión de la duda, ella, está mucho más próxima de la constitución simbólica de la realidad. Es en cierto modo previa. Si hay una posición que esencialmente se pueda cualificar en el sentido en que lo entiendo, de "subjetiva", es decir que es ella la que constituye toda la situación. Al saber: ¿cuándo y cómo es realizada? Es un desarrollo separado.

Dr. Berge - El paso de la angustia a la culpabilidad…
Lo que me sorprendió de estas dos cosas, es la noción de inseguridad. La angustia y la culpabilidad: la inseguridad. La angustia y la culpabilidad: la inseguridad (39) la angustia es sentida sin saber cuál es el peligro. La culpabilidad es una defensa, porque hay un objeto, y sabemos lo que es.

Dr. Lacan - … Necesito bien un puente giratorio…
Un... indeterminado se me hace un suplicio durmiente.

Dr. Granoff - El paralelismo entre la actitud de los hombres enfrente de la antropofagia y enfrente de sus niños.
Sin remontar muy lejos en la Historia, en la historia de los normandos, hacia el siglo 16, algunas cartas de marineros contenían la renuncia a la anthropologie* diciendo que los marineros « renunciaban a beber sangre humana a insertar niños con alfileres».
El esquema que usted da aquí, encuentra su ilustración en el proceso analítico, pero también, en la formación de la personalidad. Lo que prueba que el análisis sólo repite el proceso de la formación de la personalidad.
*. se tratarías más bien de la antropofagia!
Lacan - El fetichismo es una transposición de lo imaginario. Se hace un símbolo.

Dr. Granoff - Para hablar de lo real, necesitamos totalmente la ayuda de alguien para aprehender lo real. Y, en el fondo, la estructura de la personalidad del fetichista sería un análisis que se habría interrumpido después iS.
El fetichismo ** no es un órgano sexual femenino nos enseña Freud, síno una imagen angustiosa que hace arrancar un proceso del orden de lo imaginario. Y es el paso que, en este caso patrocinar jamás acaba (40). Jamás conduje un tratamiento de fetichismo hasta el fin. Pero me parece que el ejemplo de fetichismo es irreemplazable.
**. El fetiche ?

Dr. Lacan - En efecto, no retomé el fetiche …

Dr. Granoff - Pero, bajo la relación de la culpabilidad, en la medida en que el fetiche le permite una relación entra…

Dr. Pidoux - Vi, a propósito de angustia y culpabilidad, querría pedirle si usted no piensa que el símbolo no interviene… (?)..... Y de la angustia en el trabajo, y del elemento transferencial.

Dr. Lacan - Exactamente, como interviene en el menor acting-out lo que es transferencia y …

Sr. Anzieu - Cuando Freud hizo la teoría clínica, él tomó los modelos de las teorías de su época… Proponiéndonos este principio de esquema me gustaría saber si estos modelos son del registro del símbolo o de lo imaginario. ¿Y cuál origen dar a estos modelos?
¿Lo que propone usted hoy es un cambio de modelo permanente de pensar en los datos clínicos, adaptado a la evolución cultural? O algo más.

(41) Dr. Lacan - más adaptado a la naturaleza de las cosas, si consideramos que todo aquello de lo que se trata en el análisis es del orden del lenguaje, es decir, en resumidas cuentas, del orden de la lógica.
Por consiguiente, es lo que justifica esta formalización que interviene como una hipótesis.
En cuanto a lo que usted dice sobre Freud, no estoy de acuerdo que sobre el tema de la transferencia hubiera tomado modelos más o menos atomísticos, asociacionistas, incluso mecanicistas del estilo de su época.
Lo que me parece sorprendente, es la audacia con la cual admitió como modo completamente a no repudiar en el registro de la transferencia: el amor, pura y simplemente. No considera en absoluto que esto sea una suerte de imposibilidad, de callejón sin salida, algo que sale de los límites. Vio bien que la transferencia, es la misma realización de la relación humana bajo su forma más elevada, realización del símbolo, que está allí, al principio, y que está al final de todo esto.
Y entre un comienzo y un fin, que es siempre la transferencia; al principio en potencia, dado por el hecho de que el sujeto viene, la transferencia está allí, lista para constituirse. Está allí desde el principio.
Qué Freud hubiera hecho entrar allí el amor, es una cosa que debe mostrarnos entonces, hasta qué punto, daba a sus relaciones simbólicas su alcance, incluso sobre el plano humano, porque, en resumidas cuentas, si debemos dar un sentido a este algo de límite, del que se pude apenas hablar, que es el amor, es la conjunción total de la realidad y del símbolo que hacen una sola y misma cosa.
(42) ¿Dr. Dolto - Realidad y símbolo, que entiendes por realidad?

Dr. Lacan - Un ejemplo: la encarnación del amor es el don del niño, que, para un ser humano tiene este valor de algo más real.

Dr. Dolto - Cuando el niño nace, es simbólico del don. Pero puede haber allí también don sin niño. Puede pues haber allí palabra sin lenguaje.

Dr. Lacan - Justamente, estoy dispuesto a decirlo todo el tiempo: el símbolo sobrepasa la palabra.
¿DR. Dolto - Nosotros llegamos todo el tiempo a « qué es lo real?» Y escapamos de eso todo el tiempo. Y hay otra manera de aprehender la realidad psicoanalítica así como esta, la que para mi psicología me parece muy extrema. Pero eres un Maestro tan extraordinario que se puede seguirte auque se comprenda sólo después.
En la aprensión sensorial, que es un registro de la realidad, tiene cimientos que me parecen más seguros previos al lenguaje, y la imagen de nuestro cuerpo. Y pensaba todo el tiempo, y sobre todo para la expresión verbal, ya que el adulto pasa sobre todo con la expresión verbal de lo imaginario, si no hay una imagen del cuerpo propio.... (?).
Tan pronto como el otro tiene orejas, no podemos hablar..... (?)

(43) ¿Dr. Lacan - Piensas mucho en eso, tú, que el otro tiene orejas?

Dr. Dolto - no yo, los niños.
Si hablo, es porque sé que hay unas orejas. No hablaré de eso antes de la edad edípica, hablamos aún si no hay orejas.

¿DR. Lacan - Qué quieres decir?

Dr. Dolto - Para hablar, hace falta que hubiera boca y orejas. Entonces queda una boca.

Dr. Lacan - Es lo imaginario.

Dr. Dolto - Tuve de ello ayer en ejemplo. Ayer, en un niño mudo que ponía ojos sin orejas. Le dije (como es mudo), le dije: «no es asombroso que no pueda hablar, éste, ya que no tiene boca».
Y trató con un lápiz de poner una boca. Pero se la puso al niño en el lugar que cortaba el cuello. Perdía la cabeza si hablaba; perdería la inteligencia; perdería la noción de un cuerpo vertical, si habla. Para hablar, hace falta la certeza de que hubiera una boca, y de que hubiera unas orejas.

Dr. Lacan - Sí, quiero.
Pero los hechos muy interesantes a los que das valor estan completamente vinculados a algo completamente dejado de lado; vinculados a la constitución de la imagen del cuerpo en tanto que....*** del yo, y con este filo ambiguo; con cuerpo dividido en trozos.
No veo a dónde quieres llegar …

(44) Dr. Dolto - El lenguaje es sólo una de las imágenes. Es sólo una de las manifestaciones del acto de amor, que una de las manifestaciones donde el ser en el acto de amor, es desmenuzado. No somos completos, ya que necesitamos completarnos cuando necesitamos palabras. Él no sabe lo que dice, es el otro, si lo oye. Lo que pasa por el lenguaje puede no pasar por muchos otros medios.
Dr. Mannoni - Observa:
¿ El caso es que los dibujos no son imágenes, sino objetos y el problema de saber si su imagen es símbolo o realidad? Es extremadamente difícil.
Dr. Lacan - Es uno de los modos por los cuales en todo caso en la fenomenología de la intención, se aborda lo imaginario, por todo lo que es reproducción artificial, los más accesibles.

Sra Marcus-Blajan - Es sorpredente ver el predominio visual. Los sueños en general son visuales.
¿ Me pregunto a qué corresponde esto?

Dr. Lacan - … Todo lo que es captaciones …

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Traducción:
Julio 11/07 , margarita MOSQUERA.
57/3168255369, Medellín, Colombia.
El texto original en francés está en la E. L. P.
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de ustedes,
margarita MOSQUERA
psicoanálisis
teléfono consultorio: 57/3168255369
medellín, colombia
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NOTA: PARA CUALQUIER REPRODUCCIÓN, SÍRVASE ANOTAR LAS FUENTES, http://analiz-arte.blogspot.com/2009/03/rsi-8-julio-1953-jacques-lacan.html POR FAVOR, Y SOLICITAR PERMISO A MI EMAIL.